lunes, 17 de enero de 2011

¿Por qué la toman con la marihuana?


¿Qué es el cannabis? Nada se explica en la escuela sobre esta sicótropo que muchos muchachos empiezan a probar a los trece años sin información alguna en el instituto, ni asignatura precisa. Y una pregunta más extraña, ¿a santo de qué se persigue con saña la marihuana y en cambio se tolera la difusión y venta de alcohol, el café y el tabaco?, peligrosos sicótropos si se usan en exceso pero más letales que la cannabis indica, planta milenaria que la clase dominante aliada a la religión ha prohibido desde el inicio del siglo XX.

El cannabis es una planta de efectos extraordinarios para el espíritu y el cuerpo humanos. Crece en todos los lugares del planeta y es mucho menos tóxica que el tabaco o el café. La clase dominante y la moral burguesa clerical, sobre todo el puritanismo protestante anglosajón, que se expandió por las leyes desde el siglo XIX, han metido en el mismo saco esta droga natural junto a narcóticos químicos como la cocaína, la heroína, las anfetaminas, etc.

La marihuana, conocida como ganja por los rastafaris, posee diversos alcaloides de los que tan sólo un par de ellos son sicoactivos. En España se cultivó durante siglos para la elaboración de multitud de productos, textiles y artesanos. En Aragón, los campesinos aun recuerdan las visitas de inspección estatal para ver que la variedad cultivada no colocara. Eso no era óbice para que los productores salieran de la plantación pegajosos de su aceite.

La marihuana ha sido prohibida, entre otras razones, porque representa un peligro para el poder dominante y la explotación de la industria. Al parecer quien fuma marihuana trabaja menos y eso es una falacia si pensamos en las bajas médicas y el absentismo de los alcohólicos. Se supone que es una sustancia mística que centra la atención en la belleza y amplifica el disfrute de las cosas de la vida; distancia de los agobios de la realidad y endulza el carácter. Es analgésica, produce apetito y quita migrañas y dolores varios. Produce en grupo empatía entre los amigos y provoca la risa como un milagro. Incrementa las sensaciones placenteras en especial las sexuales, es perfecta para intensificar la maravilla del amor.

Legalización, una cuestión de tiempo

Lo cierto es que la historia de las drogas se inicia en el mundo anglosajón. La industrialización meteórica de occidente en los siglos XIX y XX creó una demanda voraz de narcóticos de fácil consumo en las grandes metrópolis.

Fueron los británicos y yanquis los que convencieron a los campesinos del Riff marroquí de que fabricaran el hachís, que ellos desconocían pues sólo usaban del kiff (la hierba picada). Fueron los gringos hippies que traficaban la marihuana colombiana los que cayeron en la cuenta de que la cocaína andina era mejor negocio, abultaba menos y daba fabuloso beneficio.

Al final de los años 90 del pasado siglo una curiosa información de la prensa cubana aseguraba que presuntamente la CIA y la DEA potenciaron o toleraron la expansión del consumo de crack (base de cocaína) en los barrios pobres (afroamericanos e hispanos) de las ciudades americanas para, en parte, financiar a la contra nicaragüense. Pudo ser una exageración de los cubanos pero a estas alturas ya nadie duda del maquiavelismo de estos organismos.

Luego han venido varias historias típicas de la voracidad neocolonial. Para subir el precio de su marihuana californiana, los yanquis fumigaron, con la excusa de la lucha contra la droga, con pesticidas los numerosos cultivos de maría colombiana, destruyendo su producción. Aunque por esta vez ha fracasado la legalización de la maría en California su legalización es cuestión de tiempo pues esconde un interés económico. Expandir los beneficios de la producción de ganja gringa y de paso fastidiar el negocio a los narcos latinoamericanos.

American Psycho

Los yanquis son enteramente responsables de la expansión del clorhidrato de cocaína en el orbe. Son sus principales consumidores y buena parte de la cultura americana lleva unas motas de coca en la corbata de sus grandes brokers. Bret Easton Ellis lo contó en su terrible novela American Psycho.

La Casa Blanca bloquea los intentos de Evo Morales por sacarle partido a la planta de coca de Bolivia (que no la cocaína química) para hacer linimentos, remedios y refrescos, ayudando a los campesinos cocaleros y alejándolos de los narcos. EEUU se echa las manos a la cabeza. Sin embargo, es incapaz de poner orden en su frontera con México, ni de colaborar bien con el gobierno mexicano. Una de las razones de ese perenne desencuentro entre los dos vecinos del Rio Grande es la manera grosera y prepotente que tiene los gringos de tratar a los mexicanos, sin pasar por alto la afrenta histórica del expolio de parte de su territorio.

Caballo de batalla del siglo XXI

La legalización de las drogas va a ser uno de los caballos de batalla de este tercer milenio. Para ello habrá que combatir a la moral burguesa, las corporaciones mafiosas interesadas en la circulación del dinero negro, la mojigatería calvinista del poder y la intolerancia de los aparatos represivos del estado.

Por ahora, es más rentable para las corporaciones capitalistas invertir en armas y equipamiento militar que potenciar la educación sobre drogas en sus sistemas escolares con nuevos enfoques, acordes con los cambios sociales del nuevo siglo.

Continúa así el desastre sanitario, bélico y policial que tolera como una suerte socios ilegales a las narcomafias y narcoestados. En Colombia y México ya la prensa más aguerrida denuncia la connivencia de las grandes empresas con el blanqueo del dinero del narco.

A las farmacéuticas occidentales, auténticos monstruos empresariales, les es más rentable producir anxiolíticos o antidepresivos que comercializar las demasiado baratas píldoras de marihuana. Por no entrar en su complicidad con la cocina química que necesitan las plantas del opio y de la coca para convertirse en heroína y cocaína. Reactivos que fabrica el occidente industrializado.

Y acabado este texto, la pregunta sigue en el aire: ¿porqué la tienen tomada con la inocente marihuana?; ¿porqué en nuestro país la guardia civil de los pueblos se obsesiona por los cultivos domésticos de cannabis y en cambio, presuntamente, pasa de largo ante puticlubs repletos de malvados y esclavas y de coñá de garrafón y donde, en muchos casos, el dueño trafica con cocaína y es soplón?

La respuesta está en el hedor de esta sociedad de lobos hambrientos.

Abelardo Muñoz

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