jueves, 21 de julio de 2011

La verdadera prisión


No es el techo que regala,
ni los mosquitos que zumban
dentro de la celda húmeda y miserable.
No es el chirriar de las llaves
cuando el vigilante os recluye.
No son las magras raciones
impropias para la béstia o para el hombre.
Tampoco los dias vacíos
que se hunden en el vacío de la noche.

No es eso.
No es eso.
No es todo eso.

Son los engaños introducidos
por nuestras orejas durante toda una generación.
Es el agente de policía enfurruñado
ejecutor sin ánimo de órdenes calamitosas
a cambio de una paga miserable.
El magistrado que consigna en su libro
una pena que no es merecida.

La decrepitud moral.
La ineptitud mental.
ordinaria de los dictadores.
La cobardía disfrazada de obediencia
escondida dentro de nuestras almas denigradas.
El miedo que moja los pantalones
que no se atreven lavar.

Es eso.
Es eso.
Es eso,
querido amigo
lo que transforma nuestro mundo libre
en lóbrega prisión.

Ken Saro-Wiwa

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