sábado, 30 de abril de 2011

¡A la calle! que ya es hora

Un primero de mayo de 1886 en Chicago los trabajadores inician una gran movilización obrera para reclamar la reducción de la jornada laboral a ocho horas en una época en que la norma era trabajar entre 10 y 16 horas al día.

El 3 de mayo los obreros se manifiestan ante una fábrica y a la salida de un turno de esquiroles se formó un gran tumulto resuelto por la policía con disparos a quemarropa sobre la multitud matando a seis personas y dejando decenas de heridos.

Al día siguiente líderes obreros y anarquistas organizan una concentración en el parque Haymarket. Al termino del acto, la policía carga contra la manifestación y estalla una bomba que mata a un policía. El resultado de la violencia policial fue de un número "desconocido" de muertos y heridos.

Como consecuencia se declara el Estado de sitio y el toque de queda. Se detiene y tortura indiscriminadamente a cientos de obreros. Ocho dirigentes anarquistas fueron juzgados en un proceso amañado y plagado de irregularidades, siendo condenados a la horca Adolph Fisher, August Spies, Albert Parsons, George Engel y Louis Lingg, que fue asesinado en la cárcel. Michael Schwab y Samuel Fielden son condenados a cadena perpetua y Oscar Neebe a 15 años de trabajos forzados.

Michael Schawb manifestó que no reconocía en aquel tribunal ninguna autoridad, que su lucha y la de sus compañeros era de una justicia evidente sin nada que demostrar ya que ellos luchaban por las 8 horas de trabajo pero "cuatro horas de trabajo al día serían suficientes para producir lo necesario para una vida confortable. Sobraría, pues, tiempo para dedicarse a las ciencias y el arte".

125 años después esto solo parece una historia más cuando vamos camino de perder todos los derechos adquiridos durante el siglo veinte.

ESPAÑA EN MARCHA
Gabriel Celaya

Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

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